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Marzo fue un mes de cronologías extremas. El 9 se hizo efectivo el paro internacional de mujeres. Las calles de distintas ciudades del mundo estallaron y pudo sentirse la fuerza política de la huelga general. Muchas han sido las preguntas y las caracterizaciones que se han ensayado sobre un movimiento que impacta en el debate público. Pero las formas del feminismo actual eluden las clasificaciones, demandan continuas transformaciones. La soberanía sobre el propio cuerpo y el cese de los femicidios son puntos centrales en una agenda incumplida que tomó visibilidad en los años sesenta. Las políticas del cuerpo, de la sexualidad, de las identidades, se encabalgan y se enuncian desde palabras clave que articulan la diversificación rizomática de los programas en tiempo presente. El feminismo es la teoría política que observa el arco que va de lo privado a lo público. Una teoría de los afectos y de la res, la cosa pública, la transformación de las relaciones sociales. Y una teoría en la que la casa, espacio asociado a lo femenino, funciona como el observatorio para el análisis de una nueva economía política de la vida.

No llegamos a experimentar las consecuencias inmediatas de estas movilizaciones. El 3 de marzo se confirmó el primer paciente con Coronavirus en Argentina. El 7 de marzo el primer fallecido. El 11 la Organización Mundial de la Salud elevó la epidemia a pandemia. El 15 se suspendieron las clases en los colegios de todo el país. El 19 se decretó el aislamiento social preventivo y obligatorio. Se cancelaron espectáculos, deportes, celebraciones religiosas, marchas por los derechos humanos y todas las escenas públicas del mundo del arte. Se permiten desplazamientos mínimos, se detiene a quienes violan la cuarentena. Nos encontramos en un aislamiento global en nuestras casas. Veo la avenida casi vacía. Tenemos que cuidar el día a día. Lo doméstico se activa como espacio en el que reformular todas las relaciones humanas.

 Estamos en los tiempos hasta ahora irrepresentables de una pandemia. Un estado de excepción que ha encendido imaginarios respecto de la vida y su opuesto. Un momento extraño. Algunxs exacerban la palabra guerra activando la pasión de la confrontación. Pero no se trata exactamente de una guerra, sino de una urgente reformulación de la vida privada y pública . Un test para el concepto de humanidad. Solidaridad, empatía, respeto de los ecos emocionales propios y de los otros. Son tiempos en los que la razón, la administración del tiempo y de los recursos, impulsan estrategias sensibles y flexibles. Un Estado materno, lo nombró Rita Segato. Un Estado que cuida, anticipa y se impregna del orden doméstico, del cuidado de la casa, de esa dinámica que en la historia han atendido las mujeres, para ver lo imprescindible en el detalle cotidiano de la vida.

 Podemos pensar todo de nuevo. Pensar desde una experiencia que interviene sobre los afectos y sobre el deseo de un nuevo reparto de las relaciones humanas, de las relaciones simbólicas, de las relaciones con lo animal, con la naturaleza. El encuentro de las especies, en palabras de Donna Haraway. El feminismo es una teoría y una práctica rizomática que también aborda las preguntas sobre lo post humano, sobre la producción de lo común. Un feminismo que se funde, tal como lo demuestran las protestas que desde octubre de 2019 agitan Chile, con los cuestionamientos profundos a las consecuencias contemporáneas del capitalismo global. Un feminismo que emerge para observar el cambio global, las nociones contemporáneas de comunidad, la crisis de los modelos antropocéntricos y del excepcionalismo humano. El feminismo entendido como articulador de nuevas herramientas hermenéuticas.

 Exacerbada por el aislamiento la mirada focal expande las gramáticas de las sensibilidades. Afectos que destronan los signos patriarcales que intervienen en lo público. Es cierto que la vigilancia se profundiza en las calles, pero también la administración de la vida como cuidado, empatía y solidaridad. El hogar, espacio central en la historia de lxs femeninxs, es el centro de todas las experiencias posibles. El espacio en el que hoy desplegamos nuestros afectos. Y en el que también se concentran las violencias hacia los cuerpos femeninos y feminizados que extrema el aislamiento doméstico. ¿A qué experiencias del cuerpo queremos volver?, ¿buscamos restablecer el mundo en el que vivíamos cuando nos desconectamos? La reclusión de los humanos dejó un espacio a la naturaleza. Volvieron los delfines a las costas del Mediterráneo, los peces a los canales de Venecia y a las orillas del Paraná. La contaminación disminuyó en Buenos Aires. Podemos abrir las ventanas porque no entra el ruido.

Queremos volver a pensar, desde una mirada atenta, sentidos latentes en obras de arte realizadas en otros contextos. Volver a un archivo para detenernos en el reverberar que producen las imágenes cuando se las aproxima. Cada objeto, cada fotografía, cada film propuestos en esta exposición, genera un campo imantado que entra en fricción con el que se le aproxima. Se producen zonas de contacto entre las obras que se expanden ante los interrogantes urgentes del presente. A la luz de la percepción de vacío que deja un mundo detenido, y de la casa como espacio renovado de experiencias, obras que fueron pensadas en tiempos distintos liberan sentidos nuevos. Podemos detenernos para dar nueva vida al campo afectivo y político de las imágenes.

 Revisar lo excluido y oculto, las relaciones con la vida, con la ausencia, con la cercanía y la distancia de los afectos, con las nuevas formas de lo cotidiano. Las relaciones con el mundo están encendidas en el laboratorio global de los afectos en el que estamos inmersos. Activar desde el presente obras concebidas en otros tiempos implica hurgar y agitar en los archivos lo que no vimos pero que estaba allí, latente, como advertencia, como repositorio. Las formas, los lenguajes, las historias, adquieren un nuevo sentido. Dejemos que las imágenes como las luciérnagas, en la metáfora de George DidiHuberman, se enciendan, contrasten, establezcan sus ritmos. Que la incerteza se interrumpa con diálogos intermitentes. Todos son materiales desde los cuales pensar qué otras formas del mundo son posibles.

Buenos Aires, 1º de abril de 2020.

March was a month of extreme chronologies. On the 9th the international strike of women became effective. The streets of different cities around the world bursted and the political force of the general strike could be felt. There have been many questions and characterizations that have been tried about a movement that impacts public debate. But current forms of feminism elude classifications, they demand continuous transformations. Sovereignty over the body itself and the cessation of violence from harassment and femicides are central points in an unfulfilled agenda that became visible in the 1960s. The policies of the body, sexuality, and identities overlap and are enunciated from key words that articulate the rhizomatic diversification of the programs in the present time. Feminism is the political theory that observes the arc that goes from the private to the public sphere. A theory of affections and res, the public matter, the transformation of social relations. And a theory in which the house, a space associated with the feminine, functions as the observatory for the analysis of a new political economy of life.

We didn´t get to experience the immediate consequences of these mobilizations. On March 3, the first patient with Coronavirus in Argentina was confirmed. On March 7 the first deceased. On the 11th, the World Health Organization elevated the epidemic to a pandemic. On the 15th classes were suspended in schools across the country. On the 19th, preventive and compulsory social isolation was decreed. Shows, sports, religious celebrations, human rights demonstrations and all public scenes in the art world were canceled. Minimal movements are allowed, those who breaks the quarantine are detained. We are in global isolation in our homes. I see the avenue almost empty. We have to take care of our day to day. The domestic is activated as a space in which to reformulate all human relationships.

We are in the hitherto unrepresentable times of a pandemic. A state of exception that has ignited imaginaries regarding life and its opposite. A strange moment. Some exacerbate the word war by activating the passion of confrontation. But it is not exactly a war, but an urgent reformulation of private and public life. A test for the concept of humanity. Solidarity, empathy, respect for the emotional echoes of yourself and others. These are times in which reason, the administration of time and resources, promote sensible and flexible strategies. A maternal state was named by Rita Segato. A State that cares for, anticipates and imbues the domestic order, the care of the home, of that dynamic that women have attended in history, to see what is essential in the daily details of life.

We can think everything over again. To think from an experience that intervenes on the affections and on the desire for a new distribution of human relations, of symbolic relations, of relations with the animal, with nature. The encounter of the species, in the words of Donna Haraway. Feminism is a rhizomatic theory and practice that also addresses questions about the post-human, about the production of the common. A feminism that melts, as demonstrated by the protests that have been stirring up Chile since October 2019, with deep questions about the contemporary consequences of global capitalism. A feminism that emerges to observe global change, contemporary notions of community, the crisis of anthropocentric models and of human exceptionalism. Feminism understood as the articulator of new hermeneutical tools.

Exacerbated by the isolation, the focal gaze expands the grammars of the sensibilities. Affections that dethrone the patriarchal signs that intervene the public sphere. It is true that vigilance deepens in the streets, but also the administration of life as care, empathy and solidarity. The home, a central space in the history of the female, is the center of all possible experiences. The space in which today we display our affections. And in which the violence towards feminine and feminized bodies is also concentrated, which extreme domestic isolation. What experiences of the body do we want to return to? Do we seek to restore the world we lived in when we disconnected? The seclusion of humans left a space for nature. Dolphins returned to the shores of the Mediterranean, fish to the canals of Venice and to the banks of the Parana. Pollution decreased in Buenos Aires. We can open the windows because there is no noise.o.

We want to rethink, from a close look, latent senses in works of art made in other contexts. Go back to a document to detain ourselves in the reverberation produced by images when approached. Every object, each photograph, each film proposed in this exhibition, generates a magnetized field that enters into friction with the one that approaches it. Zones of contact are produced between the works that expand before the urgent questions of the present. In the light of the perception of emptiness left by a stopped world, and of the house as a renewed space of experiences, works that were thought at different times liberate new meanings. We can stop to breathe new life into the affective and political field of images.

To review the excluded and hidden, the relationships with life, with the absence, with the closeness and distance of the affections, with the new forms of the everyday and of the State. Relations with the world are ignited in the global laboratory of affects in which we are immersed. Activating works conceived in other times from the present implies digging and stirring in the archives what we did not see, but which was there, latent, as a warning, as a repository. The forms, the languages, the stories, acquire a new meaning. Let images like fireflies, in George Didi-Huberman’s metaphor, light up, contrast, set their rhythms. Let the uncertainty be interrupted by intermittent dialogues. They are all materials from which to think what other forms of the world are possible.

Buenos Aires, April 1, 2020.